Son las 5 de la tarde de un viernes, metro
Universidad Católica. Las puertas del metro se abren y sale todo el tumulto de
la gente. Comienzan a caminar por la calle y está una señora sentada en una
escalera pidiendo limosnas y vendiendo unas limas para las uñas. Son las 7.30
de la tarde de un día domingo, en las calles de Vitacura la gente camina para
ir a misa, donde se encuentra la misma señora sentada en la entrada pidiendo
limosna y vendiendo parches curitas. ¿Cómo es que una Señora estando en dos lugares
tan distintos puede estar haciendo lo mismo? ¿Qué ocurre con el resto de las
personas que pasan a su lado? Chile es uno de los países más desiguales de Latinoamérica
y el mundo entero, donde grandes personalidades políticas intentan buscar la
solución, pero nadie ha llegado a la médula del problema. La desigualdad en Chile
es un problema de individualidad y egoísmo en la sociedad.
El 1% de las familias chilenas, ganan 260 veces
lo que ganan las familias más vulnerables. ¿Cómo es posible que esto suceda en
una sociedad que se hace llamar igualitaria? ¿Es que acaso parece que los
“ricos” sólo se preocupan de sus propios ingresos? No es justo prejuiciar y
establecer una generalización de ese modo. Sin embargo esas cifras son tan
alarmantes que hay que detenerse y analizar los dos extremos de esta sociedad.
Donde sólo unos pocos, ganan la mayoría… Qué paradoja, ¿no? Injusticia. Pero,
¿qué se hace al respecto? Se debate durante horas, días, semanas, meses,
incluso años intentando buscar la solución, pensando que debe ser monetaria,
sin embargo, se olvidan del verdadero concepto de la sociedad igualitaria, del
respeto por el otro, y de un trabajo en conjunto, al fin y al cabo; valores
humanos.
Según el Programa de las Naciones Unidas del
Desarrollo (PNUD), los sectores más vulnerables son los que se sienten “más
solos”. Es decir, la pobreza no es sólo una carga económica para las personas,
si no que esto también se convierte en una carga emocional, donde las personas
sienten una profunda soledad y abandono por el resto de la sociedad. Una
sociedad individualista, que lucha por obtener un éxito olvidando la realidad
existente.
A pesar de todo, hay gente que cree que una
solución para la desigualdad en Chile, viene de parte de los sectores
vulnerables. Son los de más bajos recursos, los que deben mirar a los sectores
acomodados como un ejemplo de trabajo a seguir para poder lograr lo que ellos
han logrado. Suena convincente. Sin embargo, ¿Es Chile un país que le da cabida
a todos por igual? Pongámonos en el ejemplo de la Señora que pide limosna… Se
viste de ejecutiva, aprende algo de finanzas y cosas básicas de una empresa, a
pesar de no haber terminado nunca el colegio… ¿Llegará a ser algún día como la
gran aristocracia chilena? Aunque se esfuerce, y logre saber tanto como una
ejecutiva cualquiera, ¿será aceptada en cualquier empresa o banco? ¿Sin recibir
ningún tipo de discriminación?
El problema de la sociedad chilena es mucho más
profundo que todo eso. Chile es una víctima del individualismo impuesto por la
sociedad capitalista, donde ha olvidado la palabra comunidad. Es una tarea difícil, pero es de todos. Todo Chile debe
unirse para lograr una verdadera comunidad, donde todos trabajen codo a codo
por un éxito colectivo. Suena idílico, pero, ¿por qué no soñar con un país más
justo e intentar cambiarlo?